Las redes sociales: un arma de doble filo

La era tecnológica 2.0.

“Tengo miedo del día en que la tecnología sobrepase la interacción humana, entonces el mundo tendrá una generación de idiotas”. Éstas son palabras de Albert Einstein ante las cuales puede haber disparidad de opiniones, pero lo que no se puede negar es la gran evolución a nivel tecnológico que hemos experimentado.

Es cierto que a lo largo de la historia nos hemos ido adaptando a muchos cambios, de forma que el hombre ha evolucionado y mejorado con el paso del tiempo.

Dentro de estas mejoras han aparecido los ordenadores, teléfonos inteligentes, tablets… infinidad de aparatos de última generación que nos permiten día a día permanecer conectados al mundo, y gracias a ello, nos han abierto las puertas a millones de relaciones sociales.

La tecnología se ha convertido, por tanto, en una herramienta que satisface las necesidades del hombre, tanto de conocimiento, inmediatez, así como de relación.  De ahí que existan las redes sociales, que nos permiten estar conectados las 24 horas del día a la última información, así como contactar con nuestro círculo de amigos y familiares.  Las redes sociales son una parte fundamental de nuestra vida y han pasado a ser el terreno donde se desenvuelven la mayoría de las relaciones. ¿Tienes Twitter, Facebook, WhatsApp…? Si tu respuesta es sí, podemos decir que estás integrado plenamente en la era tecnológica… Sin lugar a dudas, uno de los temas candentes de hoy en día.

¿Qué aportan las Redes Sociales?

Estas redes sociales han proporcionado un gran paso a nivel personal y social, pero… ¿Alguien ha reparado en los perjuicios que tienen? Sí, has leído bien. Hablo de perjuicios, de inconvenientes y de daños que puedan llegar a producirnos dependiendo del uso que le demos y del papel que desempeñen en nuestra vida. Son canales de información en los que nos exponemos a todo el mundo… Una pequeña venta de acceso a nuestra vida.

Recuerdo cuando existían las identidades virtuales, esas que te permitían permanecer oculto tras un nick en un chat. Pero ahora todo eso ha cambiado, ahora la identidad virtual y la real se han acercado tanto que casi no somos capaces de distinguirlas. Nos mostramos al público sin caretas y sin miedos a expresar lo que queramos, hasta experimentamos que nuestra intimidad queda muchas veces violada. Todo el mundo opina, todo el mundo puede hacer juicios de valor acerca de tu propia vida e incluso, muchas veces, hacemos publicaciones para recibir el beneplácito de los demás. ¿Qué imagen estoy dando de mí?

La verdadera cara de la Red Social.

Pero, no nos centremos únicamente en las redes sociales anteriores, preguntémonos cómo puede afectarnos el uso del WhatsApp. ¿Cuántas veces has vuelto a leer un mensaje que ya habías leído al recibirlo?, ¿le encontraste un sentido distinto al inicial?, ¿es posible que un mensaje tenga un doble sentido? Si nos dicen “no” es no, ¿por qué intentamos buscarle los mil significados a dos letras que simplemente quieren decir “NO”? ¿Por qué nos sentimos inseguros cuando vemos que alguien no nos responde o incluso está en línea, lee nuestro mensaje y no responde? Tenemos ante nosotros a la Red Social más controladora que pueda existir. Nos avisa de si la otra persona ha recibido el mensaje o no, de la hora a la que lo ha recibido y a la que por última vez se conectó. Este hecho nos hace partícipes de la vida de los demás y nos aporta información sobre la vida del otro. Lo que no nos damos cuenta es de la dependencia tan grande que hemos desarrollado en este último tiempo con respecto a estas aplicaciones. ¿Quién es capaz de guardar el móvil durante una cena y no mirar ni uno solo de los mensajes que ha recibido? ¿No te ha pasado alguna vez que has estado con alguien y has sentido que prestaba más atención al móvil que a ti mismo?

Es muy cierto que los avances tecnológicos son importantes y nos aportan muchísima evolución. Pero debemos recordar que en las redes sociales no existen las entonaciones, que carece de la parte fundamental del lenguaje no verbal que nos ayuda a descifrar emociones, sentimientos, a través de las expresiones faciales o movimientos corporales…y, finalmente, que una vez que apretamos el botón “enviar”, nada nos pertenece.

Depende de nosotros, y de nuestra actitud hacia éstas, lo que determine si es beneficioso o no el uso de las redes sociales. Ser conscientes, por tanto, de que un uso excesivo y descontrolado de las mismas puede influir de una forma negativa en nuestras vidas, creando una rutina patológica en el uso de éstas.  La pérdida de control, una interferencia grave en la vida diaria de una persona, así como una dependencia constante son alguno de los síntomas que identifican a las personas, que han pasado de ser usuarios frecuentes de las redes sociales, a adictos de las mismas.

Las redes sociales y la estabilidad de la pareja.

Si las redes sociales influyen en relaciones como la amistad o la identidad de la propia persona ¿cómo no va a influir en los matrimonios y noviazgos? Éstas han dado lugar a múltiples conflictos por celos, desconfianza, falta de comunicación, así como posibles infidelidades vía internet.  Si tenemos en cuenta que existen muchas relaciones con problemas de entendimiento, el uso de redes sociales se convierte en el chivo expiatorio que termina por romperlas. No con ello afirmo que el uso de redes sociales sea el causante de las rupturas, sino que puede llegar a convertirse en una de las causas que propicie el fin de una relación, ya que como he citado anteriormente, no son las redes sociales un enemigo del hombre, sino que es el uso éstas lo que condiciona el desarrollo de nuestra vida.

En muchas ocasiones no son más que malos entendidos que fácilmente podrían aclararse conversando sobre lo que cada uno considera que debe quedarse en la intimidad de la relación o puede ser público. En otras ocasiones no se queda en eso, sino que evoluciona hasta instalar la desconfianza entre ambos, y dado que nada tiene un significado exacto (ya que depende de la entonación e importancia que le dé la persona que lo lee) nosotros mismos empezamos a darle significado a todo lo que dice o hace el otro, dando paso a un distanciamiento en la pareja. En definitiva, es como un círculo vicioso. No se aclara lo que debería quedarse en la privacidad, no hay sinceridad el uno con el otro, se instala la desconfianza, en lugar de preguntar al otro, se “expían” los movimientos en las redes sociales, y así sigue el circulo hasta que la relación no tiene nada que la sustente y tiene a fracasar.

Pero no todo está perdido. Existe algo que puede ayudarnos con este desasosiego que en muchas ocasiones tenemos… La racionalidad y el uso adecuado de las Redes Sociales nos pueden permitir llevar una relación estable, forjada en la comprensión, el respeto y la confianza. Al fin y al cabo, no es más que aplicar a la vida digital el sentido común que, se presupone, tenemos en nuestra vida diaria. Dedica tiempo, de forma equitativa, a tu trabajo o estudios, a tu matrimonio o noviazgo, al ocio, a las relaciones sociales… y no permitas que al finalizar el día hayas gastado la mayor parte del tiempo mirando una pantalla. Mira a la cara, abraza y disfruta con el otro. Déjate sorprender por lo que cada persona te pueda aportar, y crece personalmente buscando ser siempre mejor persona.

Estrella Mesa Masa

Psicóloga sanitaria (AN-08491)