Salud Mental y Humanismo Médico
«Maestros taoístas y chinos aseguran que la sonrisa interior, de la que es
un reflejo la que aparece en nuestro rostro, refrigera los órganos especialmente
recalentados por la tensión y el estrés».
Mario Satz (n. 1944)
Sabemos que el Estrés es un proceso del vivir humano que pasa a denominarse Eustrés, cuando es oportuno y razonable. Y lo llamamos Distrés cuando pasa a ser excesivo, e inductor de daño o patologías para quien lo sufre.
Con las vacaciones se logra destensar y descansar la persona que somos en sus distintos frentes. Así reordenamos nuestra cabeza y nuestro corazón y nos reincorporamos a la vida ordinaria con energías, empuje y alto nivel de capacidades. Los cambios de actividad y de ritmo, el inicio y el fin de las vacaciones dan lugar a un especial gasto adaptativo que puede conducirnos a situaciones arriesgadas de Distrés más o menos manifiesto. No es mala costumbre echar la vista atrás, considerar lo ocurrido y así aprender. Esa tarea de examen y rectificación nos suele enriquecer y nos permite gozar, siendo un ejercicio deportivo, asequible a cualquier edad y circunstancia que solamente requiere de inteligencia, prudencia y humildad. Es propio del hombre vivir inmerso en el calendario y en la sociedad. Precisamente por eso resultan más propios para la revisión y el examen ciertos momentos como los señalados por el curso, los años o las vacaciones.
Y nos surge esta idea ante la consideración del llevarse o no trabajo profesional al lugar vacacional o a los tiempos de descanso. Ciertamente es prioritario el descanso personal, la vida familiar y el cultivo del deporte o la cultura., pero cada uno es cada uno y cada cual descansa a su manera. En esta temática entran, en nuestras vidas, los nuevos medios que exigen aprendizaje y un notable gasto adaptativo que conviene valorar. Tal cosa sucede con las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (T.I.C.) en su variado y numeroso elenco que invade casi tempestuosamente nuestras vidas. Ahí se cargan cual mochilas invisibles y sin peso multitud de artículos, boletines, vademécum, webs, noticieros, mails, etc. que nos trasladan o nos aíslan del ámbito profesional en un on/off.
En esta dinámica del Trabajo/Descanso, del Eustrés/Distrés hemos de valorar el creciente papel que juega el gasto relacionado con el Tecnoestrés, nuevo concepto de sobrecarga adaptativa que nos sorprenderá cada vez que lo descubramos en nuestra tarea ocupacional.
Esto se debe, en gran medida, al auge de las nuevas tecnologías: correo electrónico, smartphones, grupos de Whatsapp del trabajo, mensajes de texto, etc. Mucha gente, aunque no quiera, se lleva trabajo a casa porque actualmente la oficina viaja con nosotros en nuestros móviles, portátiles y otros dispositivos. El concepto de Tecnoestrés está relacionado con los efectos psicosociales negativos derivados del uso de las T.I.C. y tiene dos vertientes: cómo afecta al usuario el exceso de tareas que determinan las T.I.C. y qué sobrecarga cualitativa y de aprendizaje conllevan.
Y es que las T.I.C. evolucionan de continuo en cuanto a modelos o nuevas aplicaciones. Aún quedan años, si es que se logra obviar, para que ese desgaste personal adaptativo sea vivido con bajo coste. Con acierto lo definió el psiquiatra norteamericano Craig Brod, como “la enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para vivir inmerso en las nuevas tecnologías […] de manera saludable”.
Ya es hora de concluir con la intención con la que comenzamos, hagamos recuento de nuestro descanso estival, del inicio y del final, del balance en torno al disfrute y al crecimiento experimentados, tomemos nota de las ideas conclusivas y a intentar descubrir y aprender a preparar la vacuna para los fines de semana o las vacaciones de más o menos días. Es bueno y saludable pensar en los demás, pero también lo es recordar que la caridad bien entendida comienza por sí mismo. Y, además, recordaremos que mejor serviremos como médicos a nuestros pacientes cuanto más en forma nos encontremos. Esta es sin duda la mejor sabiduría.
Descansar y desconectar es una obligación tan seria como rendir en el trabajo; de hecho, si no lo hacemos bien, no rendiremos de forma satisfactoria en nuestras tareas. Y si no descansamos adecuadamente, estaremos el resto del año, malhumorados y cansados por no haber reposado cuando teníamos la obligación de hacerlo. Sin olvidar que, además de pagarlo nosotros, lo pagan nuestros amigos y familiares. ¡Ah! Un último consejo: una buena forma de desconectar es ocuparse en tareas audiovisuales, lecturas o escritura, o actividades creativas, que conlleven ecos de ocio y nos resulten motivantes y gustosas.
Manuel Álvarez Romero, Médico Internista.
Dr. José Ignacio del Pino Montesinos, Médico Psiquiatra.