EL ANANCÁSTICO, UN QUIJOTE DEL S. XXI

El perfeccionismo en nuestros días

Bastantes años llevamos profundizando en la frecuente patología que es el Perfeccionismo patológico, también llamado Anancasticismo.

Satisfacción produce el alivio de tantos sufrimientos propios y ajenos que dan lugar a esta avería de la personalidad. Muchos casos de ansiedad, depresión… resultan ser consecuencia de un largo período de sufrimiento por esta causa.

Hace cinco años, una paciente con marcado Anancasticismo salió de esas redes con la aplicación del remedio habitual, o sea, con pastillas y palabras.

Me encontré con ella casualmente, hace una semana, y me preguntó por el artículo que ella misma escribió durante su tratamiento. Busqué, lo encontré en mis archivos, lo releí, esbocé algunas sonrisas con gratos recuerdos y le animé a que lo publicásemos. Aceptó, pero con la utilización de pseudónimo. Y aquí os lo hacemos llegar.

Seguro que os gusta, y quizá evoque el recuerdo de casos similares. ¿A que sí?

Dr. Manuel Álvarez.

 

EL ANANCÁSTICO, UN QUIJOTE DEL S. XXI

Ahora que tengo un rato para ti, escribo lo que me sale del alma:

Los anancásticos: qué palabra tan extraña para definir un tipo de persona, tan frecuente y tan desconocida, que ni ellos mismos ni sus familias lo detectan. Somos, en definitiva, unos Quijotes del S. XXI: con la sensibilidad a flor de piel, con una epidermis tan fina que detecta en demasía los desaires o pasotismo de los de su alrededor, y con un excesivo sentido del deber y de la responsabilidad que nos lleva a colocar las obligaciones laborales más allá del cansancio. Hasta emborracharnos y empacharnos del mismo trabajo.

Sufridores incomprendidos de luchar contra natura en cosas de la vida cotidiana que, para la gran mayoría, no tienen la menor importancia, y que a nosotros parece que nos da la vida…

Con una cabeza, no siempre privilegiada, que funciona a 150 km/h cada día, y que hace que a las 22:00h ya no seamos personas: con pensamientos repetitivos, incluso sobre varios temas a la vez, costándonos mucho cortar y zanjar episodios. Con la sensación de ir galopando hasta la extenuación, y es, en ese momento, cuando nos caemos y nos rompemos los huesos. Cuando nos damos cuenta de que por ese camino no vamos bien…

Personalidades excesivamente puntillosas, queriendo poner el broche o, al menos, su aportación en todo y a todo. Para “completarlo”, piensan ellos.

Algunos Anancásticos hemos tenido la gran fortuna de toparnos, en ese galopar sin rumbo y a lo loco, con personas que nos han fotografiado y reconocido. Han sabido aportarnos el screening de detección de qué rienda hay que tocar para enderezar nuestro rumbo y conseguir un camino recto. Y para adelante disfrutando de la vida: ¡consiguiendo por fin la felicidad!

En mi caso, si no hubiera sido por la orientación psicosomática recibida y más aún por la gran ayuda que supone el tener una familia con cimientos bien arraigados al suelo y especialmente de mi marido, hace años que hubiera volado hasta perderme en una burbuja de jabón…

María.
Sevilla, 10 de abril de 2014.